Y es que llover en uno mismo a menudo te empapa demasiado el alma. Y el agua a veces te ahoga como los suspiros que no dejamos escapar. Como las lágrimas que guardamos creyendo que escondiendo estamos a salvo. Pero seguimos perdidos.
Y seguimos con las ganas de encontrar ese horizonte que brilla al ras del agua de mar que añoro cada día.
Seguimos con las ganas de encontrar la ilusión que visten el reflejo de esos ojos que queremos que sean también nuestros, o al menos, de ambos.
Seguimos con las ganas de encontrar una playa en el cuerpo de ese alguien que nos invite a caminar descalzos, con total libertad.
Seguimos con el deseo de que las lágrimas que se nos escapen sean de felicidad.
©SandraLópezOrtiz_uca
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