martes, 21 de octubre de 2014

Fallando en los intentos del nunca jamás

Y tú que te escondes bajo ese abrigo de miedo que no permite pasar el frío del primer "te quiero", ese que te deja helado y no solo la cara y las manos sino también los pies. Y tú que intentas evitar a toda costa que te arañe el viento del "me gustas", ingenuamente peleando porque la boca no se agriete, ni el alma se reseque, ni tu corazón quede del revés. Y tu que luchas por mantenerte caliente únicamente contigo misma, sin ninguna manta humana que complete el calor que se pierde cuando la soledad va invadiendo ciertas estancias. Tú, tú que aprendiste una vez esa lección que dolió más que la regla en la mano de aquel profesor infrahumano que hizo que repitieras el examen suspenso de la asignatura de la relación. Tú que contra todo pronóstico creías que todo estaba bajo control. Te volviste a llenar de ese nuevo verano que acabó siendo otro invierno más. Incumpliendo propósitos, abandonando objetivos, fallando en los intentos del nunca jamás. Pero aún tengo mis dudas sobre si equivocarse es una paradójica manera de acertar.
©SandraLópezOrtiz_uca

martes, 27 de mayo de 2014

Hasta otra, corazón

Y no hay adiós más difícil que aquel que dice el que no quiere irse. 
Aquel en el que tus pies caminan por inercia mientras tu corazón sigue quieto, 
como quedándose sin quedarse, cómo no queriendo abandonar. 
Mirando de reojo lo que se pierde a lo lejos. Lo que no volverá a ver,
o al menos no con los mismos ojos.
Porque dejar atrás, cuesta. Sobre todo cuándo no quieres hacerlo.

Y es cuando comienza la fiesta de las pulsaciones a velocidad ancestral.
Cuando parece que todo el aire de la ciudad también se lo llevaron lejos,
porque respiras pero te ahogas. Como se ahogan tus ganas.
Y es que esa es la manera que tiene el corazón de llorar: escupiéndote a la cara
en forma de suspiros que vuelves a quedarte vacía. Que ni el aire que respiras
es capaz de llenarte esa herida.

Y es cuando te prometes no volver a sacar de paseo a ese músculo palpitante
que sigue manteniéndote con vida al mismo tiempo que sin querer, o peor aún, 
por querer, te la quita.
Y te retiras acumulando otra pieza de lo que cada vez más se asemeja
a un puzzle emocional que a un órgano vital. Porque, ¿que tiene ya de vivo?
Te resignas acompañada de tu incondicional amiga, la soledad. Y cuando cae la
noche, 
al quedaros a solas las dos,
dices en alto,
hasta otra, corazón.
©SandraLópezOrtiz_uca

miércoles, 19 de marzo de 2014

Nos cuesta sentir

Y nos cuesta decir "te quiero" porque eso significa quedarse desnudos. Como las pesadillas que nos persiguen desde niños. Como las radiografías que tan solo muestran lo que está escondido. Y es que anhelamos las verdades cuando nosotros callamos a gritos lo que deseamos decir por miedo a sufrir. Porque a menudo son batallas las que libramos tratando de ser libres aunque en el fondo anhelamos estar atados a alguien. Porque podría ser tan sencillo como decir "te echo de menos", pero eso implica quedarse un poco más vacíos esperando que nos llenen el hueco que dejamos abierto al entregarnos. Esperando que nos reparen los daños. Porque aterra la idea de quedarse solos pero más asusta aún sentir que somos un poco más felices cuando le vemos sonreír. Porque disimulamos con palabras que no pronunciamos lo que hablan nuestros ojos cuando escuchamos su nombre. Y porque acojona creer que ese alguien es capaz de convertir nuestras pesadillas en sueños y que el estar desnudos sea la mejor receta para volver a ser un niño.


©SandraLópezOrtiz_uca

sábado, 1 de marzo de 2014

Gotas de verdades

Llovía tanto como tantas eran las palabras que nunca te dije. Parecía que el enfadado día gris quería escupirme a modo de gotas de agua las verdades que ocultaba.
Y es que llover en uno mismo a menudo te empapa demasiado el alma. Y el agua a veces te ahoga como los suspiros que no dejamos escapar. Como las lágrimas que guardamos creyendo que escondiendo estamos a salvo. Pero seguimos perdidos.
Y seguimos con las ganas de encontrar ese horizonte que brilla al ras del agua de mar que añoro cada día.
Seguimos con las ganas de encontrar la ilusión que visten el reflejo de esos ojos que queremos que sean también nuestros, o al menos, de ambos.
Seguimos con las ganas de encontrar una playa en el cuerpo de ese alguien que nos invite a caminar descalzos, con total libertad.
Seguimos con el deseo de que las lágrimas que se nos escapen sean de felicidad.

©SandraLópezOrtiz_uca

domingo, 19 de enero de 2014

A la mitad

El mal y el bien. El ser y el estar. ¿De qué sirve aparentar? ¡Cállate! ¡Cállate ya puta cordura! Quiero decirle a la cara a la vida: ¿por qué no me lo pones fácil por una vez? ¿Por qué no alargas esos besos robados a escondidas? Aquellos que chocan con el deseo de que el asfalto desaparezca y el único tráfico que
quede vivo sea su cuerpo y el mío. ¿Por qué la felicidad viaja a medio gas y se detiene
en la mitad del camino? ¿Por qué me falta la voz si me sobran las palabras?
¿Por qué en lugar de una, sólo me permites media hora?
¿Por qué la trama no solo depende de uno mismo?
¿Por qué agotas el tiempo?
Entre medias tintas y medias frases.
Entre medias caricias suaves.
Entre medias estoy yo.
A un paso del vacío.
A un paso de perderme de nuevo.
A un paso de intentar emprender otro camino.
El destino y el azar. El querer y el poder. ¿De qué sirve arriesgar? ¡Cállate ya puta locura! Quiero decirle a la cara a la vida: que estoy cansada de estar tan cansada siendo tan joven. Que necesito una tregua.
Un tiempo muerto en el que me sienta viva. En el que no se vuelvan a reabrir nuevas heridas.
En el que me calle su voz. Un intento de confiar en que otras manos me ayuden de veras
a creer de nuevo en que existes, amor.

©SandraLópezOrtiz_uca

martes, 7 de enero de 2014

De todo y de nada

Del desencanto de los cuentos de princesas que disfrutabas siendo una niña. Del niño que siempre llevas dentro mientras avanzas. Del avanzar de la vida sin que te de tiempo a sentir que el tiempo pasa. Del pasado que resurge en forma de viejas batallas. De batallar con nuevas guerras que se abren creando frentes más intensos, aún si cabe, que los que ya permanecen dormidos. Del despertar de una realidad que se creía sueño. Del sueño de anhelar aquello que se quedó en el camino y que ya no tenemos. Del tener todo lo que no se necesita y necesitar mucho de lo que no se tiene y aún así se quiere. Del querer no querer más lo que no te valora. De valorar lo que se aprende y reconocer lo que aún no se sabe. Del saber crecer aún haciéndote daño. Del daño que hace más fuerte. De la fortaleza que supone enfrentarte a la vida con la recompensa de las pequeñas distracciones mientras eliges. Del no saber qué elegir.

Hablo de todo y de nada porque sigo sin saber que decir.
Distraigo mi mirada en otros ojos aunque busco los tuyos.
Y tú no lo sabes...pero yo sí.

©SandraLópezOrtiz_uca

jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Y por qué no?

¿Por qué yo no puedo? ¿Por qué a mi no me toca? O, ¿por qué a mi me toca siempre? Que prepotencia egocéntrica la del ser humano cuando cree que todos los males recaen sobre él mismo. Como si el crupier del más allá repartiese siempre las mismas cartas al idéntico jugador. Iluso. Hay demasiados players en esta ronda azarosa que es la vida.

¿Pero acaso no todos tenemos complejo de "Show de Truman"? ¿No es cierto eso de que en realidad todos buscamos lo mismo? Que nos preocupan las mismas cosas. Pensó en aquello que escuchó en alguna película. Eso de que el decir que todos somos especiales es una forma edulcorada de afirmar que todos somos iguales. Quizás era verdad. Pero no la interesaba adentrarse en aquella reflexión. Restos de cerveza en su cerebro la animaban a huir de profundos pensamientos y a escapar.

Que fácil es huir a veces, y cuando menos, tentador. Pero en ocasiones la mente es una habitación hermética. La resultaba tremendamente difícil salir de sus propios pensamientos. Hasta el punto de aburrirse como espectadora de su propia conciencia, pues la película se repetía una y otra vez burlándose de su estropeado reproductor cerebral.

A menudo la perseguía la culpabilidad. ¿Su problema era no saber elegir al adecuado compañero de partida? O ¿es que era demasiado exigente? Y si esta última cuestión era cierta, ¿por qué no iba a serlo? ¿No se merecía el todo? ¿El 100%? ¿El full de ases? ¿El órdago? ¿Un ace? ¿Un triple desde la otra canasta? Si ella no exigía, quien lo iba a hacer.

Volvió a encontrarse en un punto que la resultaba familiar, aunque con más peso en sus espaldas y rodeada de nueva gente. Todo volvía a ser igual pero todo era diferente.

©SandraLópezOrtiz_uca