lunes, 28 de enero de 2013

Envidiosa distancia

Intentan atrapar el tiempo con caricias,
pero es inútil: las manecillas parecen girar
mucho más rápido de lo normal.
Exprimen los últimos aromas del tú a tú,
antes de que el contacto se desvanezca entre km.

Ellos no dejan de besarlas,
como si ese gesto retuviese sus huidas.
Ellas suben al bus sin volver la mirada,
como si así no se toparan con la realidad de golpe.

Entonces, escasos metros separan
lo que hasta hace poco se unía.
Ellos cabizbajos miran como se aleja lo cercano,
y despiden con la mano mientras maldicen con el corazón.

El bus se pierde en el camino hacia ciudad distancia,
y los apenados caballeros retoman su vida
sin parte de ella, con aflicción,
acompañando su paso con música en sus oídos,
quizás intentando llenar ese vacío.

Y ya cada uno por su lado,
solos consigo mismos, con una mitad menos,
piensan en aquello que cantaron una noche de verano:
"que envidiosa la distancia,
también quiso formar parte de lo nuestro".

©SandraLópezOrtiz_uca

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