jueves, 9 de agosto de 2012

El placer de no dormir


"Vivo más de noche que de día, sueño más despierto que dormido, bebo más de lo que debería, los domingos me suelo jurar que cambiaré de vida", creo que la Fuga lo define bastante bien.
¿Realmente la noche nos transforma? ¿O solo deja ver quienes somos en realidad? Quizás nos parecemos más de lo que creemos a los hombres lobo o a los vampiros. A plena luz del día nuestra consciencia y conciencia se apodera de nosotros y solemos actuar más comedidos. La imagen que intentamos proyectar es la "correcta". Nos avergonzamos más de nuestros actos, nuestras palabras, nuestro físico. Pero cuando la oscuridad se apodera del día y se hace real aquello de "todos los gatos son pardos" , parece darnos igual el mañana. No importa si se nos ve el culo, si hablamos demasiado o si nos excedemos en contacto físico incluso con desconocidos. ¿Qué provoca la noche en nosotros? ¿A caso la oscuridad es una droga natural con un efecto embriagador y deshinibidor que ningún camello ha sabido vender?

Dormir es un placer, doy fe. Pero he comenzado a sacarle provecho al infravalorado insomnio. El sueño y yo nunca nos hemos llevado muy bien. Creo que es por eso de que recurro más a él despierta que dormida. Ya sabéis, la envidia está a la orden del día. El caso es que cuando una no consigue dormir, ni si quiera con la ayuda de mentas poleo, caminatas nocturnas o soporíferas lecturas/películas (hoy en día en la tv no ponen ni una película decente, sea dicho de paso), comienza a preguntarse en las cosas que se hacen de noche.

Un nuevo alto en el camino:  soy de esas personas que se dedican a pensar cuando deberían hacer otra cosa, en este caso, dormir. En el momento de irse a la cama y dejarse llevar al dulce mundo onírico, mis oportunos pensamientos ocultos salen a flote como por arte de magia. ¡Malditos!
Y mi mente se deja llevar comenzando a pensar la gran cantidad de trabajos nocturnos que existen. Cuando el resto de personitas permanecemos (o al menos lo intentamos) de manera apacible, relajada y dulcemente acostados en ese invento que denominaron "cama", otros muchos se dedican a lidiar con la oscuridad. ¿Y el mundo cuando duerme? ¿No descansan nunca los hospitales, las fábricas, los aeropuertos...? Me siento ridícula sintiendo lástima por cosas inertes. Pero oye, al menos pienso.

¿Y no es a caso aún más placentero el acto de dormir que cuando no hemos dormido mucho? Es como aquel gran placer del abandono corporal y mental bajo los chorros calientes de la ducha, cuando llegas exhausta después de una jornada deportiva. Hace un tiempo comprendí que los contrarios son necesarios. Por ilustrar: existe la alegría porque hay tristeza, la pobreza y la riqueza, el sueño y la vigilia. Así que de algún modo, y aunque quiero ganarle el pulso al insomnio, he de reconocer que gracias a él he descubierto el placer de no dormir.


©SandraLópezOrtiz_uca

No hay comentarios:

Publicar un comentario